Los Monegros, ideal para el Gravel y el Bikepacking.

Los Monegros, ideal para el Gravel y el Bikepacking.

Los Monegros, ideal para el Gravel y el Bikepacking. 1200 901 David Casalprim

Los Monegros forma parte de uno de los paisajes genuinos de Aragón, En esta ocasión os narro la experiencia de una ruta ciclismo Gravel y con Bikepacking.

Texto: David Casalprim. Fotos: Sergio Fernandez (Con un par de Ruedas), Javi Castillo (Montsec Bikepacking Loop), Nuria Galbé (@bikesketching) y David Casalprim.

A mediados de abril, se juntó un grupo de ciclistas de lo más peculiar. El objetivo: pedalear durante dos días al estilo Gravel/Bikepacking.

La iniciativa venia de la mano de Mont Editorial que quería darnos a conocer una de sus rutas diseñadas: Los Monegros de su colección Gran Gravel. La ocasión del pedaleo por esta zona era pues congruente.

El pelotón casi al completo

Brifing antes de empezar

Entre figuras destacables

Entre el pelotón había figuras que yo considero de cierta relevancia. Destaco a Jordi, el creador de la primera guía para cruzar el pirineo en BTT (1996)

El creador de la CAT700 y La Gran Vertical, Eliseu. Ernesto, el alma mater de Montañas Vacías, Javi, de Montsec Bikepacking Loop

Además, no faltaba Sergio, de Con Un Par de Ruedas o la bici-dibujante Nuria @bikesketching, y algunas otras amistades invitadas.

Cosas pues de las relaciones conseguí colarme para ver si se me pegaba algo bueno de ellos. En total 15 ciclistas con ganas de cachondeo.

Luchando contra el viento

Indicaciones para los perdidos

Arte a pedales

De entre tantas piernas ciclistas me gustaría destacar a Nuria. Lo peculiar de esta mujer es que no le asustan los grandes recorridos y que, en lugar de echar fotos, se para, saca su libreta y dibuja todo aquello que le llama la atención.

Me consta que a veces pinta menos de lo que le gustaría, de no ser así, gastaría más lápices que neumáticos.

Nuria tomando dibujos en una parada rápida

El arte de Núria

Más allá del espíritu de la bicicleta

La verdad es que fue un lujo de fin de semana, con aventura incluida. Durante el primer día peleamos con un cierzo en contra de campeonato… con rachas de 70 km/h…

Pero el fuerte viento no rompió la camaradería y el ambiente en el grupo fue genial. Sin prisas, disfrutando de la ruta, las anécdotas y muchas risas.

A las puertas de la Sierra de Alcubierre

El recorrido

Empezando en La Almonda nos dirigimos a Castejón de Monegros y La Lanja. Luego nos adentramos en las entrañas de la sorprendente Sierra de Alcubierre. Sus paisajes los aprecié muy distintos a los que yo conocía de Monegros.

Un recorrido por pistas encantadoras escondidas en pequeños valles que te llevan a lo alto de la sierra donde descubres una gran perspectiva sobre gran parte de los Monegros.

El día lo terminamos en Leciñena donde nos alojamos en el Albergue Hospedería de Nuestra Señora de Magallón, no sin antes coronar la última emboscada del día.

Este alberge es un lugar con una historia igual de fascinante que sus vistas y unas anfitrionas excepcionales con un gran proyecto entre manos.

Por lo alto de la Sierra de Alcubierre

Momentos de replanificación

Avanzando por la llanura

Por suerte el segundo día pedaleamos con el cierzo a favor, cosa que se agradece un montón…

La ruta nos llevó de Leciñena a Perdiguera, Farlete, Monegrillo y de vuelta a La Almonda. Nos degustamos con alegría el paisaje árido, llano y rodador, más típico de Los Monegros.

Allà donde fueras… haz lo que vieras…!!

La jornada fue a ritmo suave amenizada con las charlas, divagaciones, anécdotas y risas.

No faltó, por supuesto, alguna parada técnica para la cata de torreznos y otros manjares típicos dando sabor a la jornada.

Fue imposible eludir las buenas costumbres de figuras ciclistas tan destacables como las que formaban el grupo.

Lo dicho, en estos encuentros siempre se aprenden maneras nuevas de vivir el ciclismo.

Más allá del alma del paisaje

Yo creía conocer Los Monegros, pero una vez más me sorprendieron gratamente.

Cierto que es un lugar semidesértico y poco concurrido. Pero esconde sorpresas y que paradójicamente, la sensación de estar en un lugar deshabitado no la tienes rodando por sus pistas.

La soledad se siente al cruzar las poblaciones donde se intuye vida, pero que no se ve. Una experiencia que hay que vivir.

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